¿Cómo reconocer un desarrollo inmobiliario en equilibrio con el medio ambiente? Y más importante aún, ¿qué significa?
EDGE es una iniciativa del Banco Mundial para certificar emprendimientos inmobiliarios de gran envergadura comprometidos con el medio ambiente y la arquitectura sustentable. En inglés, EDGE es un acrónimo de ‘Excellence in Design for Greater Efficiencies’ (Excelencia en el Diseño para una Mayor Eficiencia). Esta certificación ofrece a sus consignados una ventaja competitiva a través de una diferenciación en su producto y un valor agregado para los clientes que realizan una inversión. EDGE proporciona dinamismo, insights del mercado y conocimientos específicos a desarrolladores inmobiliarios de proyectos ‘verdes’ en más de 170 países.
Los compromisos globales para reducir el impacto medioambiental de la actividad del ser humano exigen cambios, y los mayores emisores de dióxido de carbono tienen una nueva responsabilidad. El sector de la construcción se encuentra entre los mayores responsables, emitiendo el 28% del total de la emisión de gases de efecto invernadero relacionadas con el consumo de energía, y consumiendo más de la mitad del total de la electricidad generada. La tendencia es a que estos números se incrementen, dado que el 60% del total de la superficie construida esperada para el año 2030 aún no existe. Dependiendo del grado de progreso económico del mundo, es esperable que para el año 2060 se duplique la superficie construida en todo el mundo.
¿Cómo balancear una mayor demanda de espacio construido al mismo tiempo que se minimiza el impacto medioambiental?
El valor de los edificios verdes
Está demostrado en las economías más desarrolladas que los desarrollos ‘verdes’ son más atractivos: pueden ofrecer hasta una rentabilidad 8% superior para los inversores, y tienen una tasa de ocupación 23% superior respecto a desarrollos tradicionales. En el mercado de compra y venta, las ‘viviendas verdes’ tienen precios de venta entre 4-10% más alto, y se venden hasta cuatro veces más rápido. La evidencia es contundente: el desarrollo de viviendas sostenibles es más inteligente y más rentable. Satisface al mismo tiempo una demanda de los individuos, y las necesidades de eficiencia energética que el planeta necesita.
Una tendencia en crecimiento en mercados emergentes
En Colombia, por ejemplo, el 8% de las nuevas construcciones fueron certificadas con EDGE, gracias a un programa colaborativo que involucró al sector financiero y al gobierno. En Viet Nam, también un 8% de los nuevos desarrollos fueron certificados, sin programas gubernamentales pero con una clara consciencia de los desarrolladores locales sobre la necesidad de tomar acciones concretas por el medio ambiente.
Los aspectos racionales para que los gobiernos incentiven iniciativas ‘verdes’
Los gobiernos tienen incentivos de sobra para fomentar los desarrollos sostenibles. El menor consumo energético tanto en la construcción como en el uso regular generan un alivio en la producción de energía necesaria para satisfacer al país. La reutilización del agua abarata el costo de mntenimiento de los sistemas urbanos y suburbanos. La separación de residuos desde el origen facilita la implementación de políticas de reciclaje, y disminuye los costos de clasificación de los materiales, generando oportunidades para la creación de nuevos desarrollos aún más eficientes, con una potencial sinergia con el sector industrial. La planificación actual ahorra costos de adaptación en el futuro.
En busca de nuevos estándares para el desarrollo inmobiliario
Para alcanzar estos objetivos ambiciosos, muchos más desarrolladores, inversores, financistas y gobiernos deben tomar consciencia de las ventajas de llevar adelante proyectos de desarrollo inmobiliario sostenible. A partir de reconocer una necesidad, es que los distintos integrantes pueden unir esfuerzos para revitalizar este sector. A medida que pase el tiempo, los beneficios para todos los involucrados pasarán a ser evidentes. Pero justamente, tiempo es lo que escasea.